¿Cómo Funciona el Cambio? Un Enfoque Estratégico

¿Cómo cambian las personas? ¿Qué constituye el cambio personal y cuáles son los factores que lo sostienen? Este es uno de los temas más explorados. Desde la neurociencia hasta la psicología y las prácticas espirituales, nuestra comprensión de cómo los seres humanos crean y rompen hábitos —así como de los distintos mecanismos psicológicos y fisiológicos implicados en su creación y mantenimiento— se ha profundizado.

En primer lugar, partamos de una premisa importante sobre la condición humana: estamos completamente equipados para cambiar y adaptarnos de forma constante. A lo largo de millones de años de evolución, nos hemos desarrollado como organismos vivos en interacción permanente con nuestro entorno, recopilando información del exterior para ajustarnos y adaptarnos en consecuencia. Como dice el refrán: la única constante en la vida humana es el cambio. Estamos llamadas a una auto-actualización continua; los seres humanos estamos en constante búsqueda de sentido y de explicaciones sobre el mundo, y también de la superación personal. Podemos y, de hecho, cambiamos todo el tiempo.

Y, sin embargo, con frecuencia nos encontramos luchando contra viejos hábitos y patrones repetitivos: haciendo lo mismo y esperando resultados distintos. Como señaló sabiamente Einstein, esta es la definición misma de locura. Pero seguimos haciéndolo porque nos resulta familiar y, sobre todo, porque en algún momento de nuestra vida esa acción, comportamiento o pensamiento funcionó. Fue una solución intentada que quizá produjo buenos resultados y nos ayudó a seguir adelante. Sin embargo, esa estrategia, esa solución, puede necesitar cambiar; puede haberse vuelto redundante y ya no ofrecer el resultado que deseamos. Nos quedamos atascados. Desde un Enfoque Breve Estratégico, nuestras formas de percibir y responder a realidades específicas pueden volverse rígidas, operando dentro de nuestra homeostasis; lo que hacemos, pensamos o incluso sentimos puede estar manteniendo o empeorando nuestra situación.

La forma en que operan estos mecanismos psicológicos no es necesariamente consciente. A menudo se escapan de nuestra mente racional. La mayoría de las veces no estamos eligiendo quedarnos atrapadas en un problema, seguir enfrentando el mismo desafío o tener dificultades para crear un hábito positivo o abandonar uno negativo. Simplemente somos humanos, lidiando con estas dos fuerzas opuestas: el impulso de cambiar y las resistencias y bloqueos que entorpecen ese cambio.

En el Coaching Estratégico, el cambio se considera inevitable, pero el trabajo consiste en crear experiencias diseñadas estratégicamente para servir como escudos que nos permitan maniobrar frente a las resistencias naturales al cambio. A través del diálogo estratégico, el uso de un lenguaje metafórico y la asignación de tareas específicas entre sesiones, seguimos facilitando el cambio. El cambio sostenido no es principalmente el resultado del razonamiento concreto ni de la sobreimplicación de nuestro córtex prefrontal. Más bien, la palanca más eficaz es el involucramiento de las emociones: crear tareas o ejercicios que hagan un cortocircuito en el patrón habitual de percepción y reacción, permitiéndonos así “sentir” de manera diferente y, por lo tanto, “comportarnos” de manera diferente.

De forma progresiva, esto desbloquea una creencia alternativa, más rica y flexible, que pone en marcha el cambio deseado. A esto lo llamamos una experiencia emocional correctiva, que es la oportunidad de experimentar emocionalmente algo distinto. Esto conduce luego a un cambio en la percepción (nivel de creencias), seguido por un cambio en la reacción (nivel de comportamientos) y, posteriormente, a la posibilidad de romper un ciclo de creencias rígidas, redundantes y disfuncionales, sustituyéndolas por otras más flexibles, adaptables y positivas.

El cambio es inevitable, es constante y es necesario para nuestro propio bienestar, para nuestra propia autorrealización.

Permíteme acompañarte en este proceso de descubrir tu propio potencial con estrategia, intención y compasión.